"No quiero Malargüe que me dejes libre,
fuera de tus muros estaría perdido
y si debo irme por ley del destino
dejaré mi alma, vagando en tus calles..."
Fragmento "Malargüe y su magia"
Letra: Julian Contreras
Musica: Marito Vazquez

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Historia

Arqueología e Historia de Malargüe

Desde finales del Pleistoceno y principios del Holoceno, hace 10000 años atrás, hasta momentos históricos, la región sur de la provincia de Mendoza estuvo habitada por grupos humanos cazadores recolectores. Esta forma de vida perduró en nuestra región a través del tiempo y el espacio. Esta aparente continuidad implicó diferentes cambios evidenciados en lo económico, tecnológico y social, cuya dinámica ha quedado expresada en la diversidad del registro arqueológico, en la construcción y ocupación del paisaje por estas poblaciones humanas. 

En las últimas dos décadas, distintos grupos de investigación han ampliado exponencialmente  los conocimientos vinculados al pasado humano en el sur de Mendoza. Dichas líneas se han enfocado a entender la acción humana, poniendo énfasis en el estudio de las estrategias tecnológicas y de subsistencia. Debido a la diversidad ambiental del sur de Mendoza y lo complejo de la problemática humana del pasado, los estudios arqueológicos han permitido indagar temas muy diversos tales como: las estrategias humanas en ambientes áridos/semiáridos y de altura, la dispersión de poblaciones, la relación caza-recolección /agricultura, los procesos de diferenciación social, el rol de las tecnologías en la complejidad social, entre muchos otros. 

En 1561 los españoles fundan la ciudad de Mendoza, durante casi un siglo se establecieron y dominaron el territorio Huarpe, provocando un alto impacto cultural e ideológico en esta cultura llevándola casi a su desaparición, debido a sus prácticas de esclavitud y matanzas y relocalización geográfica. 

Hacia el sur la situación es distinta, la organización sociopolítica y cultural descentralizada de estos pueblos cazadores–recolectores conocidos como los Puelches, Pehuenches y Mapuches posibilitó sacar ventaja de la estrategia invasora de los españoles, quienes no pudieron ejercer su control de manera absoluta, como consecuencia se estableció una especie de frontera fluctuante y de límites difusos.

 Se favoreció así el establecimiento y consolidación de un vasto circuito comercial, que interconectaban las distintas regiones. Entre los bienes que fluían hacia el oeste, se destacaba el ganado vacuno y equino. Esta situación en la cual se balanceaba la complementariedad y la competencia entre la sociedad hispano-criolla y las sociedades de los pueblos originarios perduró hasta fines del siglo XIX. En contrapartida la necesidad del nuevo estado nacional, de expandir su territorio y ampliar su economía y el no reconocimiento de los pueblos originarios como pueblos preexistentes, justificaron la aniquilación cultural, ideológica y física de estas etnias a través de diferentes campañas en su territorio, que comenzaron primero con la fundación del fuerte de San Rafael en 1805 y luego con la del fortín de Malargüe en 1848. Finalmente, en 1879 culmina con la mal llamada conquista del desierto, que somete por la fuerza a las poblaciones en resistencia, asistiendo al primer genocidio de nuestra historia. Las poblaciones originarias sobrevivientes fueron incorporadas a la sociedad del momento, para amalgamarse en un proceso histórico de invisibilidad cultural, que dará como resultado la población actual de nuestro departamento. 

Hoy en día los pueblos originarios en nuestra región están llevando a cabo un proceso de legitimación y reconocimiento de sus orígenes y territorios como pueblos preexistentes, al estado Nacional, que se remonta a la prehistoria del sur de Mendoza, la arqueología como ciencia social que estudia el pasado del hombre a través de sus evidencias materiales, juega un papel importante en este proceso, trabajando de manera conjunta con las comunidades para acceder a un conocimiento más acabado que nos lleve a reformular nuestra historia pluricultural de la sociedad actual en la que vivimos.  

Repensar nuestra historia y reflexionar sobre las prácticas sobre el pasado indígena y su dinámica a través de una historia común, aportar un granito de arena más, para comenzar a construir una mirada intercultural de nuestra identidad individual y colectiva.